Jean-Baptiste Grenouille tenía el poder y sin embargo no podía disfrutar de él, siempre había sido odiado, maltratado, ignorado y repudiado y no entendía que alguien le pudiera admirar, venerar, idolatrar, en definitiva, demostrar amor porque ni siquiera el mismo era capaz de darlo. En su mundo de olores no había cabida para otras sensaciones que no fueran olfativas. Sin embargo nunca permitió que cayera una gota de sangre a la hora de matar a sus víctimas. Las trató con más amor que el mejor amante, porque tenían algo mucho más precioso que los demás ciudadanos: un alma. No admiraba su belleza sino su olor, el cual consideraba la mejor fragancia que había conocido.

Este libro me ha hecho pensar mucho sobre el poder de atracción de las personas, es increíble como el olor que desprendemos, puede influir en las decisiones de los demás a la hora de establecer un contacto con nosotros. Lo que realmente me llama la atención no es el olor que se percibe, sino el que no somos capaces de apreciar pero que nos impulsa a intentar acercarnos a alguien independientemente de su aspecto físico. Grenouille entendió que teníamos un olor distintivo, como las flores o los animales. Las feromonas que posiblemente sean la causa de que nos decantemos por la elección de las diferentes personas que pasan por nuestra vida, una de las causas del inicio de un amor y, también, de su fin, fueron las sustancias que supuestamente recogió el protagonista en su frasco.
Me he sorprendido a mi misma en más de una ocasión durante la lectura de la novela tramando planes maquiavélicos ante el hecho de poseer un perfume de tales facultades.

Es una novela de indudable calidad literaria, cuyo relato posse mucha originalidad, es increible el clima que se crea y lo inmurables detalles que permiten materialzar los olores, me quedo admirada con la formación previa del autor en materia de perfumería. El hecho de que haga siempre referencias a la novela es porque la versión cinematográfica de Tom Tikwer (2006), me ha decepcionado bastante.
Esta novela inspiró al cantante de Nirvana a la hora de escribir su canción Scentless apprentice, pues Kurt Cobain era un seguidor de esta novela.
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