jueves, 31 de diciembre de 2009

Batallas perdidas.

No voy a salir a ganar las batallas perdidas,
no quiero tener que pelear otra forma de vida.
Buscando en sitios oscuros la memoria de tus labios,

usando la hoja de ruta de posavasos.


El último taxi. (Alfredo Fernández.)


Nunca me ha gustado hacer balance del año que termina, resulta contraproducente en mi lucha contra el paso del tiempo, aunque me aferro a mis recuerdos en el esfuerzo por permanecer inmune al transcurso de los años, las épocas y los momentos.

Sin embargo esta tarde me he permitido echar la vista atrás y me he dado cuenta de que el 2009 ha sido el año de las batallas perdidas, no muy diferente a otros años, pero esta vez duele, no solo hablo del terreno sentimental, qué más quisiera.


Algunas batallas se pierden todos los días; se van almacenando y lo más conveniente es borrarlas para que no se conviertan en un lastre tan pesado que impida avanzar. Si se pelea contra rivales invencibles se mata el tiempo, no se pelea, se crean fantasmas, se extenúa la mente, porque es seguro que se trata de una lucha inútil, que nunca debería haber pasado.


Tengo unas cuantas cicatrices nuevas este año. Heridas curadas de batallas perdidas, y aún así hay muchas que siguen doliendo en los días de recuerdos, dibujadas en imágenes o en ecos reminiscentes que me llegan sin poder evitarlo.

De este año me llevo también infinidad de alegrías y esas son las que quiero recordar pero creo que tengo espíritu masoquista, quizás porque esas batallas también albergan los mejores momentos de este año, quizás de mí vida y me aterra que algún día se me olvide recordarlos.

“Sé que de todo hay que ver y de todo lo malo se saca algo remedio pero no sé si se cura la desilusión”.

"Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos." El alquimista (Paulo Coelho).

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