después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
no había ruido, él no dijo nada,
y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos que separarnos,
ahora ninguno de los dos era más fuerte,
él luchó, yo también luché,
¡pero no lo hicimos a pesar de todo!
(Emily Dickinson).
No entiendo porque nos engañamos a nosotros mismos y a los demás, porque nos hacemos daño en vano y adrede, porque lo hacemos todo tan difícil,..... Y todo para que al final cada uno sepa de qué pie cojea su "adversario". ¿Porqué no poner las cartas sobre la mesa?.... Juego revuelto.